Las tierras australes de Chile fueron a fines del siglo XIX el espacio ideal para instalarse y tener nuevas oportunidades para muchos aventureros; pero, también, para quienes huían de la pobreza y el hambre. A este último grupo pertenece la joven francesa Clementina Fidret Bonard y su familia, quienes arriban a Punta Arenas, en 1894. Pero sus ilusiones chocan de inmediato al toparse con un villorrio desvalido, de calles fangosas y un frío extremo, también con el encuentro de trabajos extremos para sobrevivir. Y no sólo eso, pues fueron espectadores de una historia cruel y despiadada: la matanza del pueblo selk’nam. Cuando se lee esta conmovedora obra, inevitablemente, permanece en el lector el grito desagarrado de esas mujeres selk’nam, heridas, mancilladas, sangrando, que claman por sus hijos perdidos: ¡Pikinini! ¡Pikinini!